
mo, si nos adentramos algo más en la
profundidad del misterio, el paso cru-cial
que va de las especies superio-res
del Reino animal al Reino humano.
Efectivamente, la evolución del reino
animal puede ser medida en relación
con la mayor o menor oblicuidad de
la columna vertebral, la cual evolu-ciona
desde la propia línea horizontal
paralela al suelo hasta ir alcanzando
la posición perpendicular, la cual solo
puede realizarse en las unidades del
Reino animal verdaderamente avan-zados
y por tanto en línea progresi-va
de acercamiento al Reino humano,
tal como en los caballos, los perros,
los gatos, los elefantes, etc... Todo el
proceso de la evolución es, como ve-remos,
un intento de la Divinidad pla-netaria
de “enderezar su propio Ca-mino”,
es decir, de reproducir en Su
Vida el Gran Intento Solar de perfec-ción
pues el propio LOGOS SOLAR, en
sus indescriptibles esferas de proyec-ción
Cósmica, está esforzándose tam-bién
por reorientar Su eje de Rotación
Universal hacia nuevas y desconoci-das
GALAXIAS. De acuerdo con estas
ideas que vamos emitiendo podría-mos
decir, casi con absoluta certeza,
que el misterioso eje de rotación de
la Tierra constituye la columna ver-tebral
—esotéricamente reconocido—
del gigantesco cuerpo del planeta y
el conductor, por tanto, de las ener-gías
ígneas del KUNDALINI planetario
las cuales son liberadas en el espacio
que circunda nuestro Sistema Solar,
constituyendo las líneas de fuerza que
conectan al Señor del Mundo, SANAT
KUMARA, con el excelso LOGOS de la
ESTRELLA POLAR del Cual recibe toda
especie de cualidades cósmicas, ade-más
de las que inciden sobre el pla-neta
provenientes de los más remotos
lugares del Cosmos Absoluto.
Bien, creo que esta idea será fácil de
interpretar con tal de que se ajuste la
visión al principio de la analogía cós-mica
al que venimos recurriendo en
todas nuestras explicaciones.
Desde tal ángulo de vista podríamos
imaginar igualmente que cada uno de
los siete centros etéricos, o chacras,
del ser humano, que son sus sentidos
de percepción oculta, oscilan también
de acuerdo con ciertas definidas incli-naciones
sobre determinadas eclípti-cas
ya que, al igual que el planeta,
siguen un proceso de recepción de
energías procedentes de dentro y de
fuera del organismo físico a través del
cuerpo etérico, constituyendo el con-junto
una intrincada red geométrica
constituida por una cantidad impre-sionante
de “NADIS” (la contraparte
etérica del sistema nervioso), de los
cuales se deriva el perfecto aunque
complicado sistema nervioso y san-guíneo
de los seres humanos. Hablan-do
en forma muy científica podríamos
asegurar que cada uno de los “chacras”
deberá enderezar el eje misterioso al-rededor
del cual gira y orientarse ha-cia
determinados centros universales
de los cuales provienen las energías
de los Siete Rayos. (Es decir, las Sie-te
corrientes de energía cósmica que
penetran en nuestro Universo a través
de los planetas, denominado esotéri-camente
“sagrados”, Mercurio, Vulca-no,
Venus, Júpiter, Saturno, Urano y
Neptuno).
Cuando esto haya sido conseguido en
la vida de algún exaltado ser humano
podremos decir con justicia que algu-no
de sus centros, o la totalidad de
los mismos de acuerdo con su evolu-ción
espiritual, constituyen una per-pendicular
perfecta sobre la eclíptica
de su movimiento de expansión hacia
el planeta sagrado que le corresponde
y que, al propio tiempo, el eje mágico
a través del cual gira todo el proceso
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